En esta nueva entrada del blog, voy a tratar el tema de la educación en las películas, en este caso, hablaré sobre la película de “Captain Fantastic”.
Capitán Fantástico narra la historia de Ben, un padre de familia que decide, junto a su esposa Leslie, trasladarse a un bosque para criar a sus hijos. Con una ideología anticapitalista aupada por las teorías de Noam Chomsky, Ben y su esposa comienzan un proyecto sumamente difícil, construir una especie de paraíso autosuficiente, donde ellos asumen la crianza de sus hijos, su educación y su preparación para la vida desde una perspectiva propia. Anárquicos, desfasados y salvajes, los jóvenes viven en este mundo silvestre, preparándose de una forma primitiva vinculada con el mundo natural y la supervivencia en el medio, completamente ajenos a la civilización que transcurre no muy lejos de allí. La muerte de la madre, debido a una depresión, los hace encontrarse con una sociedad que los recibe sin entender exactamente que son.
Capitán Fantástico es un canto
a una autenticidad que actualmente es un bien preciado y raro. Pecando por ser
humano y llevar a los jóvenes a situaciones de peligro insospechadas, el choque
de Ben con la civilización no es pacífico. Su especie está en extinción y en el
mundo prefabricado en que se vive en las grandes ciudades, no es bien recibido.
La película sabe colocar su reflexión en un punto de equilibrio
inteligentemente balanceado, donde la incivilización y civilización chocan
poniendo en tela de juicio los paradigmas que aceptamos como buenos en nuestras
sociedades mecanizadas y aturdidas por el conformismo. Si Ben ha llevado
sus ideales al extremo de dejar a los jóvenes alejados de un mundo al que por
obligación tendrán que enfrentarse, de ponerlos en situaciones de peligro, de
retenerlos de un choque social sin medir los deseos de estos; la civilización
no se ofrece como una mejor solución. La infuncionalidad de las escuelas, la
apatía y del desinterés de la juventud, la adicción juvenil a los videojuegos
violentos, los celulares, la comida, la portentosa maraña de mentiras en que se
ha convertido la educación, en resumidas cuentas, el fracaso estrepitoso del
entramado social, tampoco son atrayentes.
Esta película entra
de lleno en el tema de la educación en la sociedad, criticando no solo el
aspecto de enseñanza en las aulas, sino también puramente humanos en relación
con la moral, las creencias o la dependencia de una comunidad que se deja
llevar por la publicidad como medio de búsqueda de una felicidad que no es
real. Hay algunas escenas que demuestran que parte del método empleado
por Ben es efectivo, aunque hay otras muchas desventajas como el
problema de la falta de comunidad. Es curioso como la película hace
atractiva esa forma de vivir tan peculiar, pero al mismo tiempo muestra la
importancia de vivir en sociedad. El guion pone como cuestión fundamental la
educación de los hijos desde muy pequeños, no únicamente la cultural, sino la
afectiva, esa que no enseñan en clase o que es casi inexistente. Eso es de lo
que el sistema carece.
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